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TERCERA (o de ORO) de Las 5 leyes fundamentales de la estupidez Humana (Carlo M. Cipolla )

Una persona ESTUPIDA es aquella que causa perdidas a otra o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para si mismo e incluso incurriendo en perdidas".








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Distraído internauta procrastinador busca concentrarse.


- NOTA DE VREDONDOF -
Probablemente este articulo lo tenia que dividIr en 3 o 4  , al igual que hizo el autor.
Prefiero hacerlo en uno sabiendo que al hacerlo tan largo lo convierto en UN LADRILLO.


El que este poco MOTIVADO no lo leera NUNCA LO PUBLIQUE COMO LO PUBLIQUE .
PERO EL QUE de verdad le interese LO LEERA ENTERO. -




Internet Distractions
Internet Distractions (de 9gag.com)
Desde que con el rabillo del ojo vi que El País dedicaba una entrevista a Nicholas Carr tenía pensado escribir este post. Sin embargo, otras distracciones de la red me lo habían impedido hasta ahora. La entrevista en cuestión trata sobre lo que distrae internet y sus consecuencias. El autor ha escrito un libro sobre el asunto y se ha levantado la polémica. Él mantiene que internet y sus posibilidades corren el riesgo de hacernos más productivos para procesar información pero menos capaces de concentrarnos y por ello de profundizar. Otros dicen que es el mismo discurso que se elevó contra otras tecnologías y que finalmente estas reticencias se superarán.
En mi opinión estamos en lo de siempre. Las nuevas tecnologías modifican nuestro comportamiento y requieren de reajustes del mismo para volver a resituarnos en sendas vitales placidas de acuerdo con nuestros objetivos. Internet con todas sus posibilidades nos entusiasma, nos hace estar atentos y curiosos a todo lo que sale; y eso nos distrae durante un buen tiempo; como individuos y como sociedad.
Tengo que confesar que internet produce en mi muchos momentos de distracciones enormes que me alejan de otros propósitos más prioritarios y relevantes. Nuestros cerebros están programados para prestar atención a las novedades e internet puede ser una novedad constante. Redes sociales, mails, RSS, chats, skype, blogs, noticias, twitter, son elementos incansables que generan contenido que quiere ser devorado; y si no entendemos de sabores nos lo querremos comer todo y a la vez (multitarea). Llevará tiempo decidir que tanta hamburguesa no es buena e incluso muchos obesos se quedaran por el camino. Pero al final dependerá de cada uno y de la educación que en este respecto dispense la sociedad a sus ciudadanos (si es que le interesa educarlos en estos menesteres o prefiera tenerlos intelectualmente distraídos).
Yo por mi parte he decidido ponerme a la tarea. Para escribir este entrada he apagado el monitor, he sido monotarea y no multitarea; he leído sin distraerme la entrevista y 3 artículos (III, y III) y con algo de música de fondo he escrito esta entrada sin distracciones ni ventanas virtuales abiertas. En algún momento del proceso he estado muy tentado –pero mucho- de parar un momentito, ver mi correo y red social; como si un imán me llamara a ello. Pero no ha sido así y esta entrada se da por finalizada. Utilicen la tecnología con equilibrio; ha llegado para quedarse.






1: El debate



El lunes hablábamos de uno de los dos debates más interesantes del último año en relación a Internet: si la red podía cambiar el mundo o no. El otro también puede resumirse en una pregunta sencilla: ¿nos está volviendo lerdos Internet? O más bien navegar, postear, usar Twitter, abrir Facebook, mirar el correo, escuchar Spotify, trabajar y hablar por teléfono a la vez. En casa, en el curro y en el autobús. 
Portada-superficiales_grandeEste trending topictambién nos ha llegado con retraso y de segunda mano a los españoles. El suplemento cultural de El País Babelia abría la brecha publicando el sábado pasado dentro de su especial dedicado a la Red una interesantísima entrevista con Nicholas Carr titulada “Un mundo distraído”. El escritor norteamericano ha publicado hace una semana en castellano “Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?” (editorial Taurus, pdf con las primeras páginas), un título en el que dice que sí. Que la red nos está atontando. También ha hablado del libro Público en un buen reportaje y según vaya llegando a las redacciones detectaremos sus ideas en columnas y tertulianos.
En Estados Unidos llevan dándole vueltas a Carr y a su teoría desde que esbozó el germen de lo que después sería su libro en un célebre artículo en The Atlantic en 2008 titulado "¿Está Google convirtiéndonos en imbéciles?" Entonces ya provocó un buen número de reacciones (el artículo tiene hasta su propia página dedicada en la Wikipedia), aunque el tema empezó a estudiarse a fondo tras la publicación de “Superficiales” en inglés en junio del año pasado.
Carr es un 'anti-gurú' respetado y original que ya ha marcado el ritmo de cierto pensamiento con sus anteriores libros. En “Superficiales” afirma queel uso de Internet nos está volviendo imbéciles porque provoca cambios en nuestra capacidad para concentrarnos y reflexionar. Que la navegación y la multitarea modifican el cerebro a corto plazo –neuroplasticidad- está demostrado por la ciencia. La cuestión se centra más bien en la primera reacción a ese planteamiento [representada por la postura a) ¡Carr es un tecnófobo! ¡Por supuesto que somos más listos gracias a Internet! y la postura b) tiene toda la razón, yo cada día me concentro menos] y en la ulterior: si ese nuevo entorno tecnológico nos hará superarnos a través de la evolución como ha ocurrido con otras tecnologías.
Llegar después de los americanos en estas cosas tiene una ventaja, y es que con cuatro clics nos encontramos con todos los gurús posicionados y los distintos puntos de vista de los expertos exprimidos por los blogs y los medios. Lo malo es que nunca llegamos a verlo de forma global, porque nos quedamos en las anécdotas que trascienden el muro del idioma. Por ejemplo, el sub-debate que provocó Carr al eliminar de su popular blog los enlaces de los posts, ubicándolos como notas al pie, un experimento contra las bases de la web con el objetivo de aumentar la concentración sobre los textos eliminando las distracciones. Analistas como Juan Freire, capaces de coger al vuelo las grandes preguntas de la cultura digital en su momento y contextualizarlas (y de hacerlo en español) son una excepción.
Una buena forma de aprovechar el trabajo anglosajón sin volverse loco es acudir a The New York Times, que hizo suyo el tema el año pasado en una de sus “salas de debate” (donde reúne la opinión de expertos) además de en su serie de artículos “Your Brain On Computers”.En uno, los miembros de una familia explican su hiperconexión, y comienza con la experiencia del marido, al que se le olvidó mirar durante 12 días un mail en el que una compañía quería comprarle su empresa, es decir, un mail olvidado que casi le cuesta 1,2 millones de dólares. En otro, calculan que el 30% de los menores de 45 encuentran cada vez más difícil concentrarse, algo que sólo ocurre al 10% de los mayores de esa edad. En este, hablan de cómo el sobre estímulo de la multitarea impide al cerebro el descanso necesario para fijar conocimientos, y en este, de los efectos sobre las mentes juveniles. Mi preferido es aquel en que se llevan a cinco neurocientíficos fuera de la civilización para hablar sobre los cambios cerebrales. Incluso hicieron un especial sobre "la desconexión".
También en el Times, el conocido psicólogo de Harvard Steven Pinkerrespondería a Carr argumentando que la resistencia a la tecnología es tan vieja como el hombre y que precisamente las nuevas tecnologías nos ayudan a ser cada vez más listos a través de nuestro conocimiento colectivo. Que por ejemplo cuando se dijo que los comics iba a volver criminales a todos los jóvenes en los años 50 las tasas de delincuencia batieron récords por lo bajo. Y que las décadas de televisión, radio y vídeos de rock también han sido décadas de crecimiento de cociente intelectual. Tampoco está de acuerdo en que la neuroplasticidad funcione como afirma Carr: "La existencia de plasticidad neuronal no quiere decir que el cerebro sea una masa de plastilina conformada por la experiencia".
Además de las formas de escapar de la multitarea y su hermana mayor la procrastinación, hay un aspecto de este tema que me interesa especialmente y es si a nuestro entorno laboral, social, político, le interesa la dispersión provocada por la red y la multitarea. Usaría la palabra 'sistema' si no estuviera tan corrupta. “Noto que cada día estoy más disperso. Y claro, es bueno para mi trabajo que esté todo el día picoteando cosas … y más ahora con el iPhone”, me decía hace unos días un directivo de un medio de comunicación. Pero lo bueno para el trabajo no tiene por qué ser lo bueno para uno mismo (casi diría que suele ser lo contrario). Carr lo explica muy bien en la entrevista de Babelia: "Nos dirigimos hacia un ideal muy utilitario, donde lo importante es lo eficiente que uno es procesando información y donde deja de apreciarse el pensamiento contemplativo, abierto, que no necesariamente tiene un fin práctico y que, sin embargo, estimula la creatividad. La ciencia habla claro en ese sentido: la habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más”.
Pinker reconoce que sí, que "la constante llegada de paquetes de información puede distraer o ser adictiva, especialmente en gente con desorden de déficit de atención. Pero la distracción no es un fenómeno nuevo. La solución no es tanto lamentarse de la tecnología como desarrollar estrategias de autocontrol, como hacemos con cada una de las otras tentaciones de la vida. Apaga el correo y Twitter mientras trabajas, aleja la BlackBerry a la hora de la cena y pide a tu esposa que te llame para ir a la cama a cierta hora". Así que en la segunda parte de este post, nos dedicaremos a las técnicas para resistir la tentación, que diría Pinker, o a las formas de ser más listos a pesar de internet, que diría Carr.

2: El contraataque





El viernes hablábamos de uno de los debates más interesantes de los últimos tiempos: si Internet nos está atontando o no. Este post está dedicado a la acción, a las estrategias que todos los que pasamos el día conectados por trabajo o por placer hemos acabado desarrollando para no perdernos como niños pequeños en este enorme parque de atracciones de la información.
Mauro
















Dice la leyenda que existen personas capaces de usar Internet sólo para fines decididos de antemano y durante el tiempo que tenían pensado. Afortunados ellos que no han perdido jamás una tarde sin querer y que no saben que a veces cerrar veinte pestañas abiertas en dos navegadores distintos es la única forma de empezar de nuevo desde el principio. Lo normal es que si estás obligado a pasar ocho horas seguidas delante del ordenador conozcas muy bien la sensación de estar liadísimo respondiendo mails, buscando información, hablando por teléfono, mirando Facebook o Twitter, abriendo fotos, descargando powerpoints o entrando en los periódicos. Y que al final hayas hecho de todo menos lo que tenías que hacer.
Para ser más precisos: lo que ocurre esos días es que la multitarea (el intento de hacer varias cosas a la vez) se alía con la procrastinación (del latín procrastinare, significa diferir, aplazar lo que se debe realizar). No sólo se trata de un problema de productividad laboral, sino algo más profundo, que tiene que ver con el control sobre nuestras acciones. Porque comodice Carr: “la esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención”. Revolotear por internet sin concentrarse en nada interesante no supondría ningún problema si no fuera porque al final acabamos cansados, cabreados y con la sensación de haber tirado el día a la basura.
Supongo que la proliferación en los últimos años de blogs dedicados aldesarrollo personal, la productividad, la motivación, la lucha contra la procrastinación o el estilo de vida sencillo es una forma de resistencia a este círculo vicioso de la superabundancia de la información, donde cada vez más gente está más conectada a más contenidos y les resulta más difícil lidiar con ellos. En español hay pocos, pero entre los anglosajones se han hecho famosísimos LifehackerZenHabitsUncluttererThe 99 percent Son útiles y contienen millones de ideas, pero cuidado: leer sobre la procrastinación es una forma maravillosa de procrastinar.
Estas son algunas técnicas para luchar contra el lerdismo provocado por Internet. Están basadas en mi experiencia ignorándolas todas y cada una de ellas como consumidora de información y procrastinadora profesional. También me he ayudado del muy poco científico y muy periodístico método -como decía El Comidista- de preguntar a algunos amigos en mi misma situación... o peor.
Nada

1. Evalúa la situación. ¿Aún eres capaz de mantener la concentración en algo complicado durante mucho tiempo? Puedes probar en estas dos páginas: un test de atención en The New York Times o –más fácil aún- esta web en la que se trata de no hacer nada durante dos minutos completos mientras miras y escuchas las olas del mar. Si mueves el ratón o cambias de ventana, pierdes.
2. Sé consciente del tiempo dedicado a cada tarea. Igual que el primer paso para comer sano es coger papel y lápiz, apuntar cada comida y sorprenderse de la mala vida que se lleva, ayuda registrar cada minuto de conexión. Es sorprendente las veces que uno entra en un ciclo de correo->Facebook->chat->Twitter->Menéame->periódico->blogs->correo hasta que podemos volver a comenzar. Los científicos tienen una explicación para eso, y es que nuestra mentes están programadas para prestar atención a cada pequeña novedad. Al parecer estos mínimos paquetes de información activan mecanismos cerebrales de recompensa como la dopamina, que están implicados en algunas adicciones.
3. Muerte a la multitarea. Todo el mundo cree que es mejor realizando varias labores a la vez de lo que realmente es. No te sobrestimes y haz primero una cosa y después otra. Sólo el tiempo que se tarda en cambiar de tarea y volver a concentrarse en ella es muy valioso. Es la ley de oro.
4. Concéntrate en lo que estás haciendo y así te sentirás más feliz y el tiempo pasará volando. Lo explican los psicólogos (experiencia de flujo o flow), el zen y los buenos camareros que odian cuando el bar se queda vacío porque se aburren y la jornada se les hace eterna.
5. Vuelve el tiempo en tu favor. Dicen los estudios científicos que la percepción del tiempo tiene que ver con la cantidad de cosas nuevas que has hecho. El periodista Matt Danzico ha abierto un blog llamado TimeHacken el que está contando su experiencia ‘hackeando el tiempo’ probando una cosa nueva cada día durante un año. Ya ha alimentado a un burro y pisado descalzo la nieve. Del mismo modo, se puede volver el dinero a tu favor. Parece comprobado que el dinero que proporciona la felicidad esaquel gastado en experiencias.
6. Si puedes, usa dos pantallas en el ordenador. Una para navegar y la otra escribir, por ejemplo. Aumentan la productividad y te ahorras todo ese tiempo empleado en reducir y ampliar ventanas y en abrir y cerrar programas. Aunque, como dice mi amigo Antonio Delgado, que trabaja con tres, pueden servir para procrastinar el triple.
7. Aprovecha el iPad y los lectores de libros electrónicos para lecturas profundas y de textos largos. Aunque distraen más que un libro, por lo menos distraen menos que un ordenador. Yo mando a Instapaperlos artículos que voy encontrando a lo largo del día para después leerlos con calma en el sofá, sin publicidad, sin enlaces y con un fondo gris que cansa menos la vista que el blanco de la web.
8. Haz caso al sentido común, que dice cosas como: prioriza, distingue entre urgente e importante, establece rutinas para cada actividad, haz descansos cada hora, ponte horarios de principio y fin, no comas delante del ordenador o delimita zonas libres de móvil/iPad/portátil. Si trabajas en una oficina por cuenta ajena algunos de los consejos igual te suenan a broma, pero si eres autónomo o teletrabajas desde casa sabrás que no lo son.
9. Investiga el sistema GTD. Es la abreviatura de “Getting Things Done”, un best seller escrito por David Allen que se ha convertido en el tratado más famoso sobre productividad y sobre el que existe todo un culto en Internet. Enseña cosas prácticas, como a mantener la bandeja de correo electrónico a raya, pero su base es que cada tarea (desde regar las plantas a preparar un informe) posee la misma importancia, y que para mantener el cerebro vacío de preocupaciones hay que ir despachándolas de forma sistemática. O sea: hacer listas y tachar con furia las tareas cumplidas, una por una.
10. Usa un lector RSS y aprende a leer las noticias. El consejo es valioso porque no viene de un periodista, sino de Manuel Haj-Saleh, ingeniero y una de las personas que conozco más adictas a la actualidad: “El RSS bien clasificado puede ser una buena herramienta, aunque digan que está en decadencia. Te permite descartar la morralla rápidamente. También hay que aprender a leer desde los titulares para saber si entrar a la noticia correspondiente o no. Pero eso es más complicado y requiere mucha práctica: interpretar los "dice ahora", los "la mayoría dice", desechar por principio el periodismo de declaraciones. Cuando veo "EFE" o similares tras el titular, si ya he leído una noticia parecida, no sigo. Me me interesa mucho saber si efectivamente hay una redacción del propio medio o si se han limitado a reproducir el despacho. Eso me permite contextualizar. Y con el tiempo acabas aprendiéndote muchos nombres...y de qué pie cojean”.
11. Aprovecha las herramientas tecnológicasFocusbooster es un temporizador on line que se basa en el método Pomodoro de concentración (trabajar 25 minutos, descansar 5). Minutesplease sirve para decidir por adelantado cuánto tiempo dedicaremos a cada cosa.Keepmeout te avisa si has caído en la tentación de visitar una página (por ejemplo Facebook) más de una vez cada ciertos minutos (por ejemplo 60).Remember the Milk es una aplicación GTD multiplataforma muy popular, aunque hay decenas para todos los sistemas operativos móviles.
12. Deshazte de las herramientas sofisticadas y pásate a la baja tecnología. Llegará un momento en el que descubrirás que Remember The Milk no hace nada que no pueda hacer un papel y un boli.
13. Conócete. Aprovecha los momentos de mayor concentración para las tareas más difíciles, vaguea sin culpa en los de menos. En muchos blogs se recomienda despachar un trabajo prioritario a primera hora de la mañana antes de abrir siquiera el correo electrónico, o no confiar demasiado en nuestras capacidades justo después de la comida. La que firma sabe bien que siempre tarda el doble de lo que ha calculado en terminar un artículo (este post debía haberlo publicado ayer). Se trata de conocer tus ciclos con realismo.
14. Haz yoga o medita. Russell A. Poldrack, profesor de psicología y neurobiología de la Universidad de Texas ha estudiado la multitarea, y aunque ha averiguado que puede ser negativa para el aprendizaje, también afirma que las prácticas que centran la atención pueden ser especialmente útiles calmando la tormenta mental de la sobredosis de información.
15. O sal a dar un paseo. Es la técnica otro amigo mío, profesor de fotografía y periodista freelance. “Andas dos o tres horas y a la vuelta lo ves todo con más perspectiva”. No vale llevarse el móvil: “Me he resistido a los móviles con Internet durante mucho tiempo para que no estropearan esos momentos”. A otros para reiniciar el cerebro les funciona correr o ir al gimnasio. “Follar también ayuda, ponlo si quieres”, me dice. Y claro, lo pongo, no sin antes borrar su nombre para que sus alumnos no lo encuentren cuando lo googleen.
16. Ojo con el móvil. Y no sólo porque los iPhones, las BlackBerrys y lossmartphones proporcionen conexión 24 horas los 7 días, sino porque tienen a unificar en una sola bandeja todas las comunicaciones, que hasta ahora tenían sus normas: una llamada se responde antes que un SMS que se responde antes que un chat que se responde antes que un DM que se responde antes que un mensaje de Facebook que se responde antes que un mail. Recibiendo todo a la vez, el móvil crea la ilusión de que todo es urgente y todo se debe responder lo antes posible. Y no es así.
17. Desconecta por completo por lo menos un día a la semana. Es lo que hace Nacho Palou, del popularísimo blog Microsiervos, que lleva muchos años viviendo hiperconectado. Ese día sin cables le sirve también para hacer una especie de limpieza mental de la información que ha ido acumulando durante la semana: si no la ha utilizado durante esos días considera que no la va a volver a usar y se deshace de ella. Así los lunes empieza desde cero.
18. Aprende de los jefazos, que por más enganchados que estén a la BlackBerry no hay quien los encuentre en agosto. El descanso anual es sagrado.
19. Elige bien tus amistades, porque te ahorrarán tiempo. Es la técnica de Guillermo López, jefe de Proyectos Online en la agencia Remo y colaborador de GQ. “Tienes que asumir la sobrecarga de información. Además, no será tan mala cuando nos gusta tanto. Debes confiar en los demás, elegir bien tus curators, hacer criba de feeds y tuiteros. Al final todo el mundo comparte la misma información. Sigo a 45 tuiteros y me entero de todo. Incluso me bastaría con 15 ó 20”.
20. Simplifica. “Menos. Menos. Menos (menos que cuidar, limpiar, atender, organizar, recordar, llevar encima, controlar, pensar, guardar, sostener, defender y perder)”, me aconseja una amiga escritora.Movimientos como los que propugnan vivir sólo con 100 objetos son una excentricidad de un occidente demasiado rico y complicado, pero son inspiradores. La verdadera subversión del consumo consiste en pensarse bien cada compra y encargarse de que dure, contra modas y obsolescencias programadas. Cuanto menos hagas, más eficaz podrás ser en tus tareas. Mira el manifiesto de Zen Habits.
21. Deja de navegar, cierra esta página y haz lo que tengas que hacer. Y si no lo haces piensa por qué, seguro que existe una buena razón.

Condenados a la estupidez digital


Por JUAN FREIRE (SOITU.ES)

Actualizado 16-06-2008 11:09 CE




A CORUÑA.-  La tecnología no es neutra ni inocua. Las personas debemos adaptar nuestra 'maquinaria' intelectual a los nuevos modos e interfaces en los que nos relacionamos con la información. Existen evidencias empíricas que demuestran que nuestra adaptación a la era digital es lenta y por tanto vivimos una época de transición. Además, no es esperable que una vez adaptados, nuestro comportamiento y mecanismos cognitivos funcionen del mismo modo que lo hacían con la 'tecnología analógica'. Así, antes leíamos en papel y ahora leemos en pantallas y en el camino se modifica nuestra forma de consumir y producir información. Esto es lo que explica Nicholas Carr en un artículo que publicó hace unos días en The Atlantic Monthly, Is Google making us stupid?, y que ha generado un fuerte debate en blogs. La intención de Carr no es atacar a Google, aunque en el reparto le toque una parte de la culpa, sino a internet y la tecnología digital en general.
Para comprender la relevancia de las críticas de Carr conviene recordar que siAndrew Keen (el polémico autor de The Cult of the Amateur. How today’s Internet is killing our culture) es el Pepito Grillo simple y trivial de la web 2.0, Nicholas Carr sería el Pepito Grillo inteligente y profundo de las tecnologías de la información. No en vano su libro Does IT Matter? Information Technology and the corrosion of competitive advantagese ha convertido en un clásico que relativiza la importancia de la tecnología. Y su reciente The Big Switch: Rewiring the World from Edison to Google, lleva camino de convertirse en un nuevo best-seller que despierte las conciencias de muchos tecno-utópicos. Por eso su artículo en The Atlantic Monthly merece una lectura reflexiva (si esto es posible, algo que el propio autor parece dudar) aunque sea para acabar discrepando. Para Carr, los usuarios de la información digital -entre los que se incluye él mismo- nos estamos volviendo estúpidos, porque la abundancia de información y los interfaces en que se nos presenta están reduciendo nuestra capacidad de concentración y de lectura reflexiva y en profundidad. El propio Carr recopila en diferentes posts las reacciones a su artículo que confirman sus argumentos (e incluso algún testimonio contrario), especialmente los efectos nocivos de lo que llama el virus de la multitarea.
Para ello se apoya en evidencias neurobiológicas que demuestran cómo las conexiones neuronales responden a los estímulos informativos externos, y que nuestro cerebro es más plástico de lo que se pensaba y por tanto más sensible a cambios en los estímulos exteriores. Por otra parte, nos explica la experiencia en primera persona de diferentes usuarios intensivos de la web, muchos de ellos bloggers, que han perdido su capacidad para leer textos extensos, como libros, al adaptarse a un consumo rápido y masivo de contenidos cortos sobre los que, además, se realizan lecturas parciales y rápidas.

La máquina de escribir de Nietzsche

Pero, tal como explica en detalle el mismo artículo, este proceso no es algo novedoso. Ha sucedido con los diferentes cambios tecnológicos a los que el hombre se ha enfrentado a lo largo de la historia. Así, Friedrich Nietzsche descubrió como al pasar de escribir a mano a usar una máquina de escribir se modificó radicalmente su estilo. Kevin Kelly responde a Carr preguntándose si el problema de Nietzsche era la máquina de escribir o que cuando llegó a sus manos era ya un hombre viejo y enfermo, y por tanto con mayores dificultades de adaptación. Extendiendo este argumento, Kelly se pregunta si realmente nos volvemos estúpidos ante la avalancha de textos cortos que inunda la web o por el contrario tenemos ahora la posibilidad de generar este tipo de contenidos (que antes eran inviables por su coste) y simplemente los preferimos a los textos largos que antes eran nuestra única opción. En todo caso, Kelly aprovecha uno de los argumentos de Carr (que somos extremadamente inteligentes cuando usamos Google, pero solo en esos momentos) para defender una hipótesis antagónica. Si nos volvemos más estúpidos sin Google pero más listos con Google, el resultado final será que somos más inteligentes porque nuestra vida es básicamente digital y la experiencia digital es ya prácticamente 'Google-céntrica'.
Otro crítico de Carr es el opular periodista y blogger Andrew Sullivan, que declara escribir unos 300 posts semanales (!!) y que explica en The Sunday Times ( Google is giving us pond-skater minds), por qué se siente más inteligente gracias a Google, aunque reconoce que su forma de pensar y escribir se ha alterado: "…proceso información mucho más rápido y parezco capaz de absorber múltiples fuentes de información simultáneamente en modos que me hubiesen causado un shock cuando era un adolescente". Reconoce los problemas que apunta Carr cuando se enfrenta a un texto largo en papel, pero lo asocia con las limitaciones del formato. Sullivan sufre el mismo problema que habrán experimentado muchos de los que estamos acostumbrados a navegar la información digital: ante una página escrita echamos de menos el enlace que nos amplíe la información que allí aparece, y saltamos a notas a pie de página o bibliografías con la esperanza de encontrar ese tipo de datos, algo natural en la web.
En todo caso el hombre acaba por adaptarse, tal como ha hecho en el pasado, al ambiente tecnológico en el que le toca vivir. Y en ese proceso no existe una única opción posible. En este sentido es de esperar que en el futuro, y con toda seguridad ya ahora, nos enfrentemos a la información digital de formas radicalmente diferentes a como lo hacemos con la analógica y encontremos la estrategia adecuada para sacar el máximo partido a las nuevas oportunidades. Así ha sucedido -al menos hasta el momento- con todas las revoluciones tecnológicas que nos ha tocado vivir, desde el pergamino a la máquina de escribir pasando por la imprenta. Y en todos esos cambios surgieron siempre argumentos fundamentados que nos explicaban los peligros en los que nos adentrábamos y los riesgos que corría nuestra sociedad y cultura. Muchos de esos argumentos eran ciertos, pero (a pesar o gracias a ellos) la evolución siempre ha sido positiva. Lo que no acaban de explicar Carr o Keen es por qué con internet no se habría de repetir la historia.

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El AUTOR de este articulo es :

Distraído internauta procrastinador busca concentrarse.

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Si te ha gustado lo mejor que debes hacer es ir a su blog/pagina.
En mi blog no puedes dejar comentarios , pero si en el del autor. 
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HA ENTRADO EN el BLOG/ARCHIVO de VRedondoF. Soy un EMPRESARIO JUBILADO que me limito al ARCHIVO de lo que me voy encontrando "EN LA NUBE" y me parece interesante. Lo intento hacer de una forma ordenada/organizada mediante los blogs gratuitos de Blogger. Utilizo el sistema COPIAR/PEGAR, luego lo archivo. ( Solo lo  INTERESANTE según mi criterio). Tengo una serie de familiares/ amigos/ conocidos (yo le llamo "LA PEÑA") que me animan a que se los archive para leerlo ellos después. Los artículos que COPIO Y PEGO EN MI ARCHIVO o RECOPILACIÓN (cada uno que le llame como quiera) , contienen opiniones con las que yo puedo o no, estar de acuerdo. 
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Cuando incorporo MI OPINION, la identifico CLARAMENTE,
 con la unica pretension de DIFERENCIARLA del articulo original. 
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Mi correo electronico es vredondof(arroba)gmail.com por si quieres que publique algo o hacer algun comentario.